Wednesday, September 23, 2009

Sueño del 22 de septiembre

Camino con mi hija y algunos amigos. En la muralla hay plantas grandes, de esas que la gente no quiere en su jardín. No sé como se llaman, pero son como espinacas gigantes con puntas. Mi hija se adelanta y de pronto aparece una lagartija gigante entre las plantas. Su piel es húmeda, parece como la de una anguila. Es tan grande como un lagarto. Entonces le grito a mi hija para que mire, pero la lagartija-anguila se esconde rápidamente. Al rato aparecen más lagartijas. Han perdido el miedo. Decidimos retroceder. Antes de esto estábamos en una esquina conversando. Una chica de aspecto famélico pasaba haciendo una colecta para la cruz roja o algo así. Habíamos llegado a la esquina en una camioneta, mientras alguien hablaba portugués. Veníamos de una fiesta (o creo que habíamos ido a comprar algo y debíamos volver). La fiesta era en una fábrica antigua y la organizaba una vieja amiga. Entro por un portón metálico, me encuentro con gente preparando la fiesta. Subo por una escalera de caracol. Estamos viendo una extraña obra de teatro, montada por tres actrices sobre un centro de mesa. Sus caras están pintadas al estilo del teatro No y utilizan rectángulos de madera (como de Yenga). Mi amante esta un sofá que mira hacia la ventana trasera. Ella no mira la obra, sino que conversa animadamente con un amigo. Yo alcanzo a ver solo su pelo y su ceja izquierda. Luego estoy con mi mujer comprando una chaqueta en una tienda. Luego de mucho buscar encuentro una chaqueta vieja. Tiene un llavero dentro de uno de sus bolsillos. Las llaves son muy extrañas- la chaqueta es ahora una parka blanca.
Antes de ir a la fiesta estoy viendo páginas de internet. Las páginas son como cuadros que giran de izquierda a derecha, y luego son páginas de papel que hay que rellenar en pantalla (como formularios, creo que estoy llenando uno para pedir un libro). En el departamento mi hermana ha capturado un par de sapos, de distinto tamaño. Los dejo en un recipiente de plástico. Caminamos hacia la esquina, hablamos de la biblia y las rimas. Se hace de noche, cruzamos Santiago, vamos a la fiesta. Yo llevo un juego de Scrabble debajo del brazo. Creo que ya estoy borracho. Al gringo lo esperan en la calle, hay un periodista y un tipo detrás insiste en salir en la tele. Dice "hija estoy en la tele". El periodista se mueve, y el tipo también. El periodista resulto ser yo. El gringo aparece. Irrumpe en la escena un camión gigante, de esos que hay en las minas. Yo me imagino llegar a Santiago en uno de esos camiones, todo debe parecer enano. Un amigo me dice que debo quedarme.

2 comments:

Anonymous said...

y mientras conversaba animadamente con su amigo, se reian de los idiotas que estaban atrás, que lo tienen todo y no cuidan nada, se llenan la boca de tantas cosas que ya no perciben el increible sabor de una mordida de durazno...la obsesión de acumular todo, no soltar nada, chaquetas, lagartijas, llaves, mujer, amigos, juegos, hija, fiesta, amante.... nada. Tanto sueñas, nada realizas.
(si levantas la cabeza, verás que hay un universo más allá de tu ombligo y el durazno es el paraíso)

la perla said...

Oh!
hace tiempo no te leía, un abrazo!
Paula.