El cisne se llevó al duende lejos
Babasónicos
Los muebles de la casa estaban hechos de esponja. Se estaba poniendo difícil abrir las puertas, porque la esponja crecía cada tanto. Los dueños de la casa llegaban y me descubrían por la ventana. Cometí el error de mirar al dueño a los ojos. Salíamos disparados por los techos, un perro nos seguía de cerca. De pronto yo era un sacerdote arrancando en moto por la carretera. Valentina aparecía sentada atrás, vestida de monja. Ibamos camino a la costa. Nos deteníamos a orilla del camino, frente a un edificio antiguo, color crema y con unas gigantes flores rojas pintadas en los muros. Estaba amaneciendo y sonaba una canción de los Babasónicos. De pronto el edificio desaparecía, y solo quedaban unos colchones cayendo como hojas.
PS: valió la pena quedarse dormido