Tuesday, March 30, 2010

Sueño del 29 de marzo

Vamos con un grupo de gente en una caminata, subiendo una cuesta pavimentada. El camino está lleno de agua, como si se hubiera desbordado un río o roto un grifo más arriba. Me fijo en el reflejo del sol del atardecer en el agua que se arrastra sobre el camino. Casi llegando a la cima tenemos que atravesar por una casa. El camino se cierra y la única forma de pasar al otro lado es entrando por el patio trasero de la casa para salir por la puerta de entrada. Nos recibe la nana, una señora de edad. Muy amablemente nos hace pasar y nos ofrece algo. Yo le agradezco y le digo que vamos con prisa; me encamino hacia la puerta de entrada. En eso llega la dueña de casa, una mujer de pelo muy negro y ojos muy azules. Insiste en que nos quedemos por lo menos a tomar un café. En el patio de entrada hay una mesa de madera. Al rato ella ofrece llevarnos en auto.
Luego estoy entre el público de una obra de teatro. Tengo alguna relación con la obra, ya que he visto varios ensayos y he podido observar el desarrollo de los personajes. La obra inicia con un personaje que hace de locutor-narrador, sentado detrás de un banco de madera. Acto seguido entran tres personajes, el último de los cuales es un loco de remate. Trae una especie de camisa de fuerza y se retuerce mecánicamente. La gente aplaude al final de cada acto, instigada por los actores. Esto me desconcierta un poco. Toma fotos y silba. Inmediatamente llega a mis manos una polaroid en blanco y negro de lo que acaba de suceder: gente de pie aplaudiendo junto a los actores, el flash y el blanco que parece espuma. Luego un personaje interpretado por una actriz aparece en medio de los asientos. Yo estoy cerca del escenario, por lo que debo mirar hacia atrás. Ella realiza un monólogo acostada en el suelo, grita, llora. Luego se levanta. Está vestida con una bata transparente. Camina hasta el otro extremo de la sala y se viste con las cortinas del teatro, hechas de tul.

Monday, March 29, 2010

Sueño del 28 de marzo

Debo ir a hacer clases en la noche. Es verano aún. Antes necesito un baño. La única forma de hacerlo es sumergirme en una pequeña piscina ubicada en la vereda, a la cual no le han cambiado el agua hace tiempo. Para evitar cortarme con algun objeto en el fondo, decido utilizar una alfombra de pasto. Desafortunadamente, el pasto está muy largo. Las hojas están filosas en sus bordes. Me baño de todas maneras. En eso llega un conocido, un antiguo compañero de colegio, a ofrecerme pastillas a muy bajo precio. Le contesto que no tengo dinero. Luego estoy en una casa de madera, escuchando un cassette con un amigo. Entonces voy al baño y cuando estoy orinando descubro que en vez de la taza, lo hago sobre la radio. Me asusto mucho, y quito la radio de encima. Entonces llevo la radio a un servicio técnico, donde explico lo sucedido. El servicio técnico queda en el segundo piso de una galería de locales comerciales. El arreglo va a demorar un poco, por lo que opto por bajar al primer piso y salir a la calle, donde encuentro a mis hermanos tratando de sacar algo de entre los escombros de un colegio. Estoy un rato observando -me llama la atención su nivel de organización y su continuo estado de alerta- y decido volver al servicio técnico. Para mi sorpresa, la escalera que lleva al segundo piso ha sido levantada, por lo que no se puede acceder, a no ser que se cuente con una escalera aparte. Comienzo a gritar y aparece un amigo, otro antiguo compañero de colegio, que me explica que no puede hacer nada para resolver el tema de la escalera levadiza. Cosas de la administración. Entonces decido explorar el primer piso. Encuentro una puerta semi abierta. Entro. Es una casa, en realidad es un pasillo que sirve de casa. Hay grandes cuadros en la muralla derecha (recuerdo entonces que los cuadros son de un amigo que hizo una exposición... me dijo que no había vendido ninguno, pero creo que aquí compraron la colección completa). En el cuadro aparece una muchacha semidesnuda planchando ropa en medio de grandes hojas de pasto. Atrás se divisan las montañas. Sigo por el pasillo, y paso a otra habitación. En el extremo izquierdo hay una cama, con pósters en la muralla. En el derecho hay un refrigerador, con imanes y recuerdos de giras de estudios y en la muralla otro cuadro, donde aparece Snoopy degollado por la misma mujer del primer cuadro.

Monday, March 15, 2010

Sueños y derrumbes.

Ibamos en la parte trasera de una camioneta y estaba todo oscuro. Pasábamos bajo puentes y alguien preguntaba por unas estrellas. llegábamos a una casa; yo tenía que ir a otro lugar, tenia que tomar un bus o un tren o un avión. Estaba de paso. Llegaba un tío con uniforme gringo de gásfiter, había más gente en la habitación. La habitación era de la casa de mi abuela, que hoy ya no existe- Estaba escuchando un cassette donde aparecía la voz de mi tío, y todos se reían. Luego de eso escuché una maqueta que yo había grabado, una canción que había terminado siendo totalmente diferente de la idea original. Me dije "hey no está mal" y me encantó. Pensé que la iba a recordar en la mañana pero no pude. En todo caso, trataré de componer algo para acordarme de esa canción del sueño. Tal vez agarre la guitarra y la suelte después de un par de minutos. O tal vez valga realmente la pena. Ayer en la mañana supe que Panchita, una amiga de infancia, había muerto en el terremoto junto a su bebé de 8 meses en Concepción. De veras me gustaría viajar en el tiempo y avisarle, o enviar un mensaje a su inconsciente para que ella no hubiese estado ahí cuando el edificio se fue de espaldas y se partió en dos. Nos metíamos por las rejas del negocio de la esquina. Ahora el suelo vibra. Tal vez era ella en la camioneta, preguntando por las estrellas. La camioneta se movía demasiado, era imposible identificar ninguna estrella. Ella era tan delgada que pasaba ágilmente entre los barrotes. Atravesar dimensiones era el pasatiempo de la semana hasta que el dueño del negocio nos descubrió. En la desesperación, ella pasó entre los barrotes y sacó uno. El dueño nos perseguía. Vivíamos a mitad de cuadra, frente a frente. Tenía un hermano, Gonzalo, ambos hijos de madre soltera; vivían en una pequeña pieza, algo que a mi edad no podía comprender ni tampoco me interesaba. Era un poco mayor que yo -un par de años- y yo anotaba las iniciales de sus dos nombres en la palma de mi mano.