Sueño del 27 de septiembre

Ibamos bajando una escalera mecánica. La chica llevaba su bolso abierto, así que pude notar que llevaba un libro antiguo, escrito en árabe. El día nos había encontrado en una estación de trenes, con un gran techo de vidrio que dejaba pasar la luz. Sin embargo era temprano.
Estábamos en una casa antigua, con muchos pasillos. Me levanté de la mesa y decidí dar un paseo por la casa, que era una especie de restaurant. Las piezas estaban vacías, no parecía haber nadie en los pasillos, lo que me dio coraje como para seguir mi expedición. Luego me encontré con un gran pasillo iluminado y paralelo a un patio. “Esto se parece mucho a mis sueños” pensé. Y salí al patio y me puse a caminar medio atolondrado, sin saber si la realidad era tal. A lo lejos se veía gente en el pasto, jugando a la pelota y gritando. Pensé que tenía que estar atento, ya que me estaba alejando de la puerta y entrando cada vez más en terreno abierto, lo que me convertía en presa fácil para cualquier perro.

Sueño del 9 de septiembre

Alguien me dispara en el escenario. Me sacan en una camilla, envuelto en una sábana.
Están haciendo un asado en un patio interior. El cuchillo es larguísimo, muy dificil de manejar.
Estamos en un espacio abierto, jugando con los niños. El suelo comienza a vibrar y luego vemos a lo lejos una explosión atómica. A nadie se le ocurre quedarse mirando, como en las películas. Todos putean y no hay donde esconderse.

Sueño del 8 de septiembre

Creo que me sucedió lo que llaman “desdoblamiento”. Comencé a sentir que perdía peso, que mis pies se elevaban y que de a poco me iba despegando de mi cuerpo, y me veía a mi mismo en la cama. Pero no me fui volando ni nada. Sentí que en un momento podía atravesar la pared, pero no recuerdo haberlo hecho. Era como estar soñando y estar despierto al mismo tiempo. Ese fue el inicio de mis sueños.
Iba en monopatín, era de noche. Las veredas estaban hechas de baldosas muy lisas, así que podía deslizarme a gran velocidad. Entonces llegaba a una casa donde no conocía a nadie, aunque todos me trataban de manera muy familiar, como si ya me conocieran. Les sigo el juego. Pienso que me confunden con otra persona y luego pienso que mi cara es común. En la casa hay un par de chicas con quienes hablo. Una de ellas me sigue e intenta llevarme a algún lado. Trato de zafarme, en realidad ella es muy insistente y me habla del pasado. Accidentalmente caigo sobre una puerta. Cuando ésta se abre me fijo que en el cuarto hay un bebé. Cierro la puerta suavemente y me voy.
Luego hay una excursión en el bosque. En el bosque hay osos. Debemos andar con cuidado. En caso de que aparezca uno debo usar mi supervelocidad.
Llego a la universidad donde hago clases, buscando a un profesor que me ha solicitado como ayudante. Aparte de ser experto en literatura, es rugbista. Se repite el bebé, que esta vez aparece en el suelo, para sorpresa de secretarias y auxiliares. Su rostro es el de una persona grande. Más bien son sus ojos, que expresan una autoconciencia absoluta.
En una cafetería la chica que atiende se luce con sus conocimientos de latín. Dejo que prosiga con su exposición tras la vitrina, y no tardo en darme cuenta de que no se maneja muy bien en el tema.
-Oye y... ¿hace cuanto tiempo tomas clases?
-Seis meses
-Bueno, no es mucho tiempo. ¿Cuánto por el café?

Estamos viendo un video de Interpol. Hay algunos integrantes de mi familia, primos, mi abuela y creo que mi papá. El video está hecho como una película de Raúl Ruiz, con los rostros de los personajes fundiéndose unos con otros con efectos de luz muy simples. El resultado es una cadena de fotogramas cuyo ritmo no provoca cansancio. El video me atrapa, me siento muy emocionado, a diferencia del resto de mi familia. El cantante tiene el pelo largo y su rostro es de mujer, a pesar de que tiene algo de barba. El guitarrista tiene un bigote a lo Richelieu.
Me dio la impresión de que saltaba de sueño en sueño, y que a veces volvía a un sueño en el que ya había estado. A ratos me parecía que los vivía todos simultáneamente. Fue muy agotador.

Sueño del 4 de septiembre

Hermoso día de campo. Todo está lleno de hojas que caen como la nieve. Unas personas hacen una coreografía, con música de David Bowie. Es difícil ponerse de acuerdo cuando comienza la primavera.
Camino por pasillos alfombrados y entro a la oficina del director. No hay nadie ahí y aprovecho la ocasión para abrir los veladores y robar el informe. Salgo rápido. Luego estoy en el pasillo conversando con una gente y pienso que seguramente había cámaras en la oficina. Me asusto y decido devolver el informe. Entro a la oficina y me fijo que en el techo hay una máquina extraña, seguramente la cámara. Dejo el informe y me voy.
Todos están formalmente vestidos, yo voy con pantalones cortos. Me siento culpable por eso. Me uno finalmente a la coreografía de David Bowie; decido formar parte de otro orden.