Monday, October 27, 2008

Sueño del 26 de octubre

El pequeño chimpancé intenta coger uno de los fragmentos del meteorito que acaba de caer. Se quema las manos y corre chillando a esconderse tras su madre. El invierno está comenzando y la comida es escasa. Por esta razón el bebé chimpancé debe ser devorado por su padre, que es el macho alfa. El padre muerde al pequeño chimpancé en un costado. La madre no hace nada.
En la colina de al lado hay unas jaulas que contienen a unos salvajes pertenecientes a una tribu en extinción. Los cazadores quieren entrar para raptar al más pequeño, aprovechando que la jaula tiene compartimentos separados para cada cual. Apenas entra uno de los cazadores se activa una trampa que hace que termine en la entrada de la jaula del dientes de sable, que no tarda en reaccionar, arrastrando al cazador hasta su cueva.

Thursday, October 16, 2008

Sueño del 14 de octubre.

Mi profesor de Fonética dibuja esqueletos en el pizarrón. Yo me acerco y le digo que las calaveras parecen de Goya o Klimt. El se siente honrado con la observación.

Monday, October 13, 2008

Sueño del 12 de octubre

Estamos viendo una teleserie donde un personaje le tiene preparada una sorpresa a su novia. Hace salir a otro personaje de algún cuarto, la iluminación es deficiente. Ambos comienzan a hacer bailes un tanto obscenos, se sacan las poleras y se frotan con espuma, por lo que preferimos mirar la pantalla de al fondo. En ella se proyecta un programa juvenil en blanco y negro. Son un montón de estudiantes, una gira de estudio de un colegio privado, al parecer. Están parapetados tras unas rocas, donde revientan las olas. Lo que primero pensábamos que era el mar, resulta ser un gran río, por lo que al peligro del reviente se suma la posibilidad de ser arrastrado corriente abajo. De vez en cuando uno de los muchachos se arroja a las olas -están tratando de pasar sobre ellas- y es devuelto con furia sobre las rocas. Uno de ellos grita órdenes al más puro estilo militar. El animador de moda, escondido tras una roca junto al camarógrafo, observa a la acrtiz de comerciales sumergirse en una ola y salir sana y salva. Al llamarla, ésta le hace un gesto obsceno con la mano. "Es grosera pero muy hermosa", piensa el animador. Mi hija no me hace caso y se escapa a la gran roca de enfrente. Obviamente no es consciente del peligro, así que salgo corriendo tras ella. Cuando llego a la gran roca descubro que está bajando a una fosa, a la cual se accede por escaleras circulares. Yo le grito que se detenga. Al fondo de la fosa, sobre un montón de arena, diviso una especie de trompa verde que se mueve, algo como un molusco gigante que abre la trompa. Le digo que tenga cuidado porque se trata de una trampa, y en esto se derrumba el piso de arena y mi hija cae a la fosa. Un amigo viene a rescatarla -está vestido como hombre rana- y la lanza sin más por los aires. Su técnica, aunque bastante brutal, resulta, y mi hija aparece al otro lado medio mareada. Luego entro a un negocio para reprenderla por haberme desobedecido. Ella está hablando por teléfono y me pide que espere. Cuando termina, yo le digo "ves lo que pasa por no hacerme caso?" y salimos. Justo afuera de la puerta hay un par de insectos, caminando sobre la vereda. Uno es un milpiés, gigantesco y con tentáculos, como un caracol. El otro es un insecto que tiene forma de vaca y cola de escorpión. Al parecer, nadie los había notado y yo me siento orgulloso al explicarle a mi pequeña hija algo de entomología. Seguimos caminando y de pronto una tía del jardín toma a mi hija y la lleva a casa. Yo sigo caminando pero he perdido la ruta. Me devuelvo pero ya no encuentro la casa. Sigo caminando de vuelta y ahora oscurece. Comienzo a correr y paso por el lado de un par de chicas y no dejo de asombrarme por el gran acueducto a la orilla de la vereda, el cielo como pintura de De Chirico y las nubes con forma de monstruos imperiales de la guerra de las galaxias, que desaparecen apenas uno las nota. Corro tan aprisa que no puedo evitar chocar con gente, y así doy con los empleados del camión de basura, que me gritan de vuelta y yo los escucho atrás, lejos. De pronto no puedo seguir corriendo, estoy en otro lugar y me llama la atención un monje regando el pasto en una esquina, en una clara actitud meditativa. Ya no puedo correr, no tengo fuerzas, y las muchachas que trataba de evitar ahora me alcanzan y me llevan a otro lugar. Llegamos a una reunión de profesores al final de una gran casona o universidad con forma de casa antigua. Están preparando una filmación. Hay un actor francés con quien ya había trabajado antes -una historia de amistad nos unía- y que al verme sólo me dice: "toi?", a lo que respondo "moi!". Sobre una mesa hay unos secuenciadores plomos con botones naranja. Están grabando un noticiario en el cuarto, así que salgo al hall central, donde está a punto de comenzar la grabación de un musical de época. El director está pidiendo que todo el mundo salga, así que nosotros salimos también. Cuando hemos pasado por varios patios, la chica descubre que ha olvidado la cartera en el set de grabación del musical, "Vuelve", le digo yo, "total estás vestida como de época y pasarás inadvertida". Ella vuelve y yo sigo caminando. De pronto escucho que el director grita por un intruso, "La han descubierto", pienso, y vuelvo a buscarla. En eso paso por un patio de tierra, como de escuela rural, donde hay unos jóvenes actores de teatro en época de elecciones. Hay una muchacha que grita afrentas a un candidato, y de pronto yo soy el líder. Lo sé porque llevo zapatos ridículos. Entonces les explico la importancia de manifestar ridiculez cuando se tiene poder.
Antes o después de esto, estoy viendo un afiche, donde se muestra una calle con un par de tipos cruzando a la vereda opuesta. La calle me parece conocida, así que comienzo a fijarme en los afiches pegados en las paredes. Hay uno de Incubus y otro de Bresler. Posiblemente se trate de Santiago. De pronto estoy dentro de la imagen, y todo adquiere movimiento. Estoy mirando todo desde un auto Citroen que he dejado allí estacionado desde hace días. Salgo del auto, miro un edificio. Entro a un hall donde hay una concertista en piano con quien he dado un concierto hace poco. No recuerdo nada del concierto así que le pregunto como ha salido todo. Antes de esperar su respuesta le digo que no se preocupe porque puedo viajar en el tiempo y así tendré tiempo de ensayar para el concierto. Yo sigo por el pasillo hacia la calle, hay unos perros que aúllan con un llanto muy humano.