Ibamos bajando una escalera mecánica. La chica llevaba su bolso abierto, así que pude notar que llevaba un libro antiguo, escrito en árabe. El día nos había encontrado en una estación de trenes, con un gran techo de vidrio que dejaba pasar la luz. Sin embargo era temprano.
Estábamos en una casa antigua, con muchos pasillos. Me levanté de la mesa y decidí dar un paseo por la casa, que era una especie de restaurant. Las piezas estaban vacías, no parecía haber nadie en los pasillos, lo que me dio coraje como para seguir mi expedición. Luego me encontré con un gran pasillo iluminado y paralelo a un patio. “Esto se parece mucho a mis sueños” pensé. Y salí al patio y me puse a caminar medio atolondrado, sin saber si la realidad era tal. A lo lejos se veía gente en el pasto, jugando a la pelota y gritando. Pensé que tenía que estar atento, ya que me estaba alejando de la puerta y entrando cada vez más en terreno abierto, lo que me convertía en presa fácil para cualquier perro.
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