Sueño del 8 de enero: Vitrinas líquidas

La parte más increíble de este sueño es que yo me bajaba de una micro en Santiago, en un cruce. Era una gran avenida, cubierta por una densa capa de smog. Cuando el smog comenzaba a leventarse descubría que no habían edificios al otro lado de la avenida, sino una gran muralla de piedra, como si hubiesen seccionado una gran montaña y la hubiesen dejado así, cortada. Me acerqué más a la muralla y me di cuenta de que tenía grandes pedazos de cristal incrustados, casi como si fueran peceras ovaladas y gigantes, dispuestas sin ninguna estructura regular, algunas más grandes que otras, unas más arriba, etc. Dentro de estas vitrinas líquidas se movían grandes peces (eran casi tan grandes como una ballena) que brillaban con la luz del sol. Era estremecedor el contraste entre la actividad y el ruido de la ciudad y los movimientos serpentinos y silenciosos -y sin embargo majestuosos- de estos seres. Como andaba con mi cámara, me ponía a sacar fotos. A nadie más parecía llamarle la atención.