Sunday, April 29, 2007

Sueños del 26 de abril

Sé hoy igual a ti mismo
Sófocles
I.-El sueño de Valentina
Ibas en un taxi al doctor, con Emilia. El taxista conducía por un barrio muy hermoso, con casas muy juntas, como en los telares. De pronto el taxista se detenía, se bajaba del auto a una casa angosta y muy alta. Como se demoraba mucho, decidiste bajar y averiguar qué pasaba. Llamabas al taxista caminando por el pasillo. En una pieza estaba Nader. Se veía bastante afligido, lloraba. Tú sin embargo, le hablabas como si fuera el taxista. Le decías que ibas a llamar a otro taxi. Había luz bajo la cama. Estabas segura de que escondía algo, por su cara sabías que había hecho algo terrible:
-Qué pasa, dime
-Nada
-Dime, por favor, qué pasa
-Nada. Sola te vas a dar cuenta
II.- El sueño de Nader
Nader estaba en una casa de campo. Por alguna razón empujaba a su hermano de un risco, y éste moría. Nader volvía a la casa, debía hacer clases. Todo esto lo veía él como en una película. Quería cambiar el canal porque le provocaba una horrible sensación el hecho de que el asesino -o sea él mismo- estuviese a punto de ser descubierto. Pero no podía hacerlo: era al mismo tiempo espectador y protagonista de su propia desgracia.

1 comment:

Anonymous said...

Yo soy de curico, un lugar muy pequeño donde todavia existe la mania sana e inocente de dejar pasar la vida caminando sin algun rumbo fijo por caminos de tierra, esto molesta hasta el descontrol a las autoridades, que de por cierto se hacen los serios y ocupan abrigos negros y tristes como su corazon en negacion estupida de su mediocridad, pero eso no viene al caso, ademas todos los curicanos se rien de ellos y los que, suelen ser sus familiares, que tambien ocupan esos abrigos chistosos y tambien pertenecen a cargos importantes. Yo soy de curico y creci de pronto una tarde de mucho sol y pichangas interminables, me hice fuerte con el invierno que aprendio (como yo) a silbar un lunes de mañanita en la plaza, cuando a las palomas y a los niños se les pone la nariz roja de frio, pero son curicanos y sonrien, a veces cuando me deprimo y estoy a punto de romper en llanto pienso con admiracion a las madres curicanas y me doy cuenta de que no tengo ese derecho... yo naci en curico y todos los veranos ibamos con mi familia a los queñes o a iloca... las misma personas y los mismos lugares en una secuencia de feliz repeticion...